martes, 27 de octubre de 2009

El niño de los ojos pardos

Se sento una vez mas a mirar por la ventana que tanto habia mirado. No sabia muy bien que esperaba ver, solo necesitaba creer que alguien iba a llegar, alguien que pudiera llenar el agujero en su vientre.
Necesitaba algun viento que la llevara muy lejos, algun viento del norte, que la salvara de si misma.
Sumida en las copas de los arboles, los veía mecerse, anticipando una tormenta primaveral.
Los veía contonearse allá arriba, bien alto. Y casi los envidiaba.
De repente se encontro derramando una lagrima. Sutil, casi imperceptible. Una lagrima de resignacion.
La dejó caer, con la expresion inmutable. Los ojos perdidos en las hojas verdes que se batian en el aire.
Por un momento se vio a si misma volando allá arriba. No fue una linda sensacion, no. Fue la horrible dialectica de la falta-deseo-certeza de falta.
Otra lagrima broto en ese instante. Sabia muy bien lo que le faltaba.
Las horas nunca bajaron. El día nunca se sento a morir. Y fue quedando atrapada en esa rara melodia, que retorcia su corazón con tan solo 6 primeros arpegios.
En su mente se tarareaba de vez en cuando, de forma involuntaria, pero con todo el peso de otros tiempos.
Llevo su mano al corazón, casi como acto reflejo ante ese primer Mi.
En ese momento un niño paso caminando de la mano con su madre. Le sonrió como quien ve más allá de la imagen, una sonrisa suave, leve. Apenas torcio el gesto a sus costados, y la miró con esa expresion tan particular que tiene quien comprende. Ni siquiera fue una sonrisa de resignacion, sino mas bien de quien ya entendio algo escencial. Una sonrisa de monalisa.
Probablemente el niño lo olvidaría en unos años, pero ella no. Hay expresiones que uno lleva consigo siempre. Porque realmente dicen demasiado para olvidarlas. Son casi enseñanzas de vida.
Nunca olvidaría sus ojitos color pardo, su cabello castaño despeinado. Por un momento hasta deseo ir a hablarle, decirle algo importante, algo que le sirviera; quizas hasta mantener contacto. Pero no, sabía que una palabra lo arruinaría todo. Que hay momentos que son perfectos tal cual son, que son todo lo relevantes que pueden ser, y por sobre todas las cosas, que dejan algo nuevo, siendo mejor no aclarar qué.
Se sonrió..., y perdió su mirada siguiendo aquellos pequeños pacitos, de un niño que le habia hecho el mejor regalo en ese día. Le regaló un poco de paz...

martes, 13 de octubre de 2009

Colores en el viento


Un vuelco...
A la izquierda, otro.
Danzamos con el viento, danzamos con el tiempo.
Giramos sin sentido; sin brújula ni destino.
Collage de sensaciones, mamarracho de colores.
Me mareo, freno... y vuelvo a empezar.
Celeste cielo, verde fresco, gris de ciudad...
Con los ojos al infinito, sin ver nada, y todo al mas allá.
Marcho a la deriva, girando y girando.
Jugando a no caer, y aún así me caigo.
Me levanto.
Vueltas y mas vueltas, me prendo de tu mano.
Me sostengo en tu contacto... tan frío, tan cálido.
Por momentos me elevo,
ya sin gravedad.
Revoloteo, me revuelco, me retuerso.


Cómo barrilete en el cielo,
pendo de un hilo en tu mano.
No me sueltes, no me enredes.
Solo quédate a mi lado...