lunes, 1 de noviembre de 2010

Poema de metal, locuras de azafrán

Escribirte... encerrarte
en un poema amarillento .
Llenarte de palabras,
hasta no decirte más.
Apresarte en melodías
para nunca más escuchar.
Callar a esos silencios
que no supiste callar.
Hablarlos, hacerlos hablar,
hasta que digan una verdad,
hasta que callen tanta verdad.
Guardarte en una caja,
junto a los pedazos que voy dejando atrás.
Romper lo poco que dejaste de mi,
destruir las huellas de este impasse.
Romperme con mis manos para olvidar
lo que las tuyas se atrevieron a tocar.
Ahogarte en sal
hasta no respirarte más.
Abollarte en un papel,
quemarte en una foto,
sólo por no poder hacerlo en la realidad.
Ignorarte...
tu voz, tus palabras, como todo lo demás.
Esconderme de mis sueños,
no pensar tus pensamientos.
Atravesarte sin girarme,
no importa cuanto me llames.
No llorarme, no llorar que me perdí.
Mis lágrimas nunca fueron, ni serán para ti.
No. Me pertenecen, me duelan a mí.
Duelan que por amarte me perdí.
Y si no era yo, pues ¿quien te amó?
Hacer que quepas en una pregunta,
y contestarla con un punto final.
Cerrarte, cerrar tu mirada de una vez.
Que ya no espante su real.

Matar tu nombre, hacerlo cesar...



Forcluirte
una vez más.

Pero esta vez, forcluirte de verdad,
no la realidad.