martes, 24 de noviembre de 2015

Que no

No vengas. Ya no.
No te quiero aquí si no te quieres aquí.
Olvídate de mis sueños, no son más que desaciertos.
Olvídate de los cuentos, no son más que eso.
Te pido disculpas por mi ingenuidad.
Siempre tan romántica, o estúpida,
repitiendo historias inmemorables.
Amores que nunca fueron.
Mentí, no te quiero épico.
Te quería a mi lado.
Olvídalo.
No vengas. Ya no.

jueves, 25 de junio de 2015

Alluvium

Si no bailo no escribo, y si no escribo me inundo de ti.
Bailo como se baila sentado: con los hombros.
Con el alma en los dedos, con cada célula del cuerpo.

Me inundo de ti, como se inundan los campos:
Te pienso, y te pienso, y te pienso, y te pienso;
hasta que te sueño, despierta. O tal vez no.

Y me duermo en tus brazos, en los que calzo tan bien.
Y amanezco en rosario, en mi cama, en mi casa:
Sin calor, y sin amor. Sin tu piel y sin tu miel.

Y después ya no tengo ganas de nada, ni de pensarte.
Y te detesto, y me detesto. Y ya no te pienso.
Sólo puedo llorarte e inundarme, como se inunda un vaso medio vacío.

Yo medio vacía, y tu tan medio lleno,
que me inundo de ti.

lunes, 13 de abril de 2015

Recuerdos de la infancia

La escuché después de casi dos décadas, y fue un disparo directo al corazón de mi infancia.

Mírenme, soy feliz 
entre las hojas que cantan 
cuando atraviesa el jardín 
el viento en monopatín.


Una vez estudié 
en un librito de yuyos 
cosas que yo sólo sé 
y que nunca olvidaré.


Maria Elena Walsh - Canción del jardinero

domingo, 22 de marzo de 2015

Otoñal II

Todo el otoño cabe en un día.
En un par de hojas amarillas.
En tu boca tibia.
Que se siente lejos,
imposible.
Que se siente cerca,
a las ganas.

Tuyas, lo sé.

domingo, 8 de marzo de 2015

El primero que me rompió el corazón, y tú.

No se qué, pero algo quiero decirte;
como que busques en tus adentros
y te fijes si encuentras
la solución a tanta tristeza.

Yo también estoy triste.
No por algo que hayas hecho.
Sino por ti y por mi.
Por la sin-razón,
por la violencia.

Decirte algo, como que te quiero bien.
Y que lo entiendas.
Y que si te lastimo,
es por eso mismo.
Y que ya no hagan falta las pastillas,
ni los cuchillos, ni tanto amor desesperado.

Podes más,
                  lo sé.
                          Doy fe.