Si no bailo no escribo, y si no escribo me inundo de ti.
Bailo como se baila sentado: con los hombros.
Con el alma en los dedos, con cada célula del cuerpo.
Me inundo de ti, como se inundan los campos:
Te pienso, y te pienso, y te pienso, y te pienso;
hasta que te sueño, despierta. O tal vez no.
Y me duermo en tus brazos, en los que calzo tan bien.
Y amanezco en rosario, en mi cama, en mi casa:
Sin calor, y sin amor. Sin tu piel y sin tu miel.
Y después ya no tengo ganas de nada, ni de pensarte.
Y te detesto, y me detesto. Y ya no te pienso.
Sólo puedo llorarte e inundarme, como se inunda un vaso medio vacío.
Yo medio vacía, y tu tan medio lleno,
que me inundo de ti.